jueves, 10 de diciembre de 2009

2012 y el Milenarismo barato.

Hasta hace dos días 300 era la peor película que yo había visto. Fui a verla en su momento porque me gustaba la fuente que la había inspirado. Y a quien no, si es un hecho histórico por el que sólo se puede sentir una profunda admiración. Leónidas venciendo a Jerjes con un menguado ejército de 300 gatos (contando sólo los espartanos) a punta de estrategia militar. Y digo venciendo porque a pesar que perdió la batalla por la traición de uno de sus hombres, se ganó un lugar en la humana memoria que no sólo ha inspirado a muchos estrategas sino que merece hasta un sitio en facebook.

A pesar de todo salí profundamente decepcionado de la película. La épica no es ficción; es otra cosa y merece ser tratada con respeto. Quizás como lo hace Mel Gibson en Corazón Valiente, por ejemplo. O Ridley Scott en Gladiator, para nombrar casos conocidos, incluido Troya, de Wolfgang Petersen, si se quiere. Películas bien recreadas, nacidas de guiones con una fuerte capacidad narrativa y con una dosis de verosimilitud que no ofende la inteligencia del espectador, como sí lo hace 300.

Pero a 300 le ganó 2012. Salí del teatro pensando si los números serían una razón de mal pronóstico cuando son utilizados para nombrar películas. Pero no. 1900 es una de las piezas maestras del cine y una de mis películas favoritas, como lo es 1984, del director británico Michael Radford, y seguramente habrán algunas otras que salvan a los números de la responsabilidad de cargar con la mediocridad humana. Da la casualidad, eso sí, que ni 1900 ni 1984 son Made in Hollywood.

El hecho es que volví a caer en la trampa. Fui a ver 2012 por la misma razón que fui a ver 300. La historia original la conocí de una maestra de la universidad, en un curso del que casi salimos hablando náhuatl; y desde entonces me ha rondado la cabeza. Así que entré expectante y salí decepcionado.

Cada uno de los hechos que suceden en la película es en extremo forzado. No sé que tiene que ver la predicción Maya con otra película en que los americanos salvan a la humanidad. Como si no fueran ya demasiadas las que tienen ese sesgo, al punto que pareciera ya casi el pecado original del cine norteamericano. Además es terriblemente predecible. Dos horas antes de que se acabe, uno sabe que el científico negrito, tan pilo él, va a quedarse con la hija del presidente, buenísima ella, sin duda.

Yo prefiero el drama, pero la ficción, cuando es buena, me hace quitarme el sombrero. Es el caso de El Señor de los Anillos o Matrix, en las que el grado de ficción alcanza su máximo nivel y nadie puede discutir acerca de su excelente factura. Pero que no me vengan con aviones que vuelan casi a ras de suelo entre edificios que se derrumban a su lado en pleno terremoto, o estampidas de un carro tras cuyas llantas traseras el mundo se va derrumbando para siempre, o un aterrizaje de emergencia en un Hawái que ya no existe y en cuyo lugar quedó China, justamente sitio del destino del vuelo. Y encima del aterrizaje de emergencia, justo al lado va pasando el único carro posible en semejantes lejanías, con dirección a donde se necesita y con las personas más buenas de este mundo, a imagen y semejanza del Dalai Lama.

Es tan clichesuda esta espantosa película, que hasta reloj con cuenta regresiva para la hora final tiene, como el 99.9% de las películas gringas. Y claro, en el último minuto, quien tiene la labor de salvar a la humanidad tiene tiempo de aconsejar a su hijo, reconciliarse con beso en la boca y todo con su ex esposa, -a quien además hace cinco minutos se le acaba de matar su nuevo compañero- y hacer una inmersión en el agua que ni el mismo Acuamán intentaría, teniendo mejor estado físico que nuestro sedentario escritor de 2012.

Así como en 300 Zack Snyder juraba que estaba haciendo algo al estilo de El Señor de los Anillos cuando usó los Elefantes y le salió tan mal, a todas luces a Roland Emmerich esta película le salió un refrito, un calentao hecho entre El día después de mañana, (del mismo director) y Titanic, con el agravante de que se nota demasiado. Que mal para alguien que ha hecho cosas mucho mejores como El día de la Independencia y Godzilla.

En fin, tengo pena ajena con los mayas. No porque se haya hecho una película a partir de sus sesudas predicciones, sino porque justamente la que se hizo haya resultado de una calidad humana y profesional tan lejana a la que tuvieron semejantes sacerdotes. Y tengo rabia de haber ido en día festivo, cuando la boleta es más cara. Esa platica se perdió.

2 comentarios:

Maqroll dijo...

Pues a ver, mientras leía su comentario sobre el cine estuve recordando mi experiencia viendo Indiana Jones y sintiendo como se derrumbaba la imagen que tenía del doctor Jones y sus aventuras a la vez que se derrumbaba un edificio maya y salia volando un platillo volador.. cosas de gringos que tiene la capacidad de convertir en refritos malísimos cualquier cosa. Bueno, esa platica se perdió irremediablemente pero si de algo le sirve de consuelo, al menos nos salvó unos centavos a quienes tenemos un bolsillo más flaco que el suyo, amigo diletante.

capandres dijo...

Bueno, ocurre algo con este tipo de películas, y es que en general, cuando las voy a ver, ya sé de que va, es decir, ya sé que voy a ver una secuela tras otra de magia sin sentido o lógica, y que al final, el bueno se queda con la chica, el malo pierde, y el feo... siempre olvido que pasa con el feo....

Hay películas de películas, y por fortuna también hay sitios en la red donde uno se cuelga y ve, dándose cuenta, que mejor valió verla en el PC que en una sala de cine.

Ah Diletante, como alguien una vez me dijo, "De los Blockbuster de Hollywood cuidame señor".

Saludos