sábado, 16 de junio de 2018

Historia de un pusilánime que casi es presidente


Hace unos días mi hijo, de 10 años, me preguntó qué se debía estudiar para ser presidente. Por supuesto, le expliqué lo que ya sabemos los adultos: que nadie estudia un carrera específica para presidente, aunque sí es ideal un presidente estudiado; que quien aspire a ello debe ser buen conocedor del funcionamiento del Estado, las leyes, la realidad nacional e internacional, etc. Le expliqué también que lo que sí debe tener un presidente, sin importar la corriente política a la que pertenezca, es carácter, madurez, una capacidad superior a la del promedio de la gente para soportar la crítica ácida y purulenta, que a veces incluso se convierte en insultos, amenazas y atentados. También hace unos días presenciamos algo que me recordó esa charla de padre a hijo: la deshonrosa retirada del candidato que quedó en tercer lugar en la primera vuelta presidencial; parece que pequeñas cosas lo derrumban. Pareciera no tener en cuenta que Luis Carlos Galán quedó en tercer lugar en las elecciones de 1982, que Andrés Pastrana fue presidente después de perder con Ernesto Samper y que el mismo Samper perdió la precandidatura en 1990, cuando ganó Gaviria. Y bueno, ni qué decir de Abraham Lincoln, de quien debería leer la biografía.
El candidato al que hago referencia fue Alcalde de Medellín y Gobernador de Antioquia; se supone que está acostumbrado a ser un hombre público, pero a veces no se comporta como tal. Por un lado, cuatro millones quinientas mil personas que confiaron en usted no se merecen que deje su proyecto de reformar este país desde la educación. No es un número despreciable el de quienes le otorgaron un liderazgo al cual usted ahora vuelve la espalda, así que yo le quiero decir: ¡Señor! No se sienta imprescindible en el solio presidencial, más bien debió aprovechar la oportunidad para pavimentar su camino a la presidencia. Tenía la sartén por el mango, cualquiera de los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta habrían aceptado las condiciones que usted les hubiera querido poner para incluir su programa de educación y demostrar que, en efecto, usted era la mejor opción en estas elecciones; así habría sido el próximo presidente, pero prefirió irse a ver las ballenas del pacífico. Hacer ese berrinche de niño malcriado diciendo que no volverá a ser candidato apenas después del primer intento es algo que, en usted, desluce mucho. Y ahora, apenas 48 horas antes de la segunda vuelta, después de haberse ido a ver ballenas en plenos momentos de efervescencia y calor, aparece en medios ratificando su voto en blanco, con la clara intención de dividir, de lacerar el evidente repunte que ha tenido la candidatura de Petro, que también es la de sus antiguos coequiperos: Claudia López y Antanas Mockus. Como parte del desespero uribista, su caballito de Troya relincha. No, Fajardo, así no es como se construye carrera política, menos mal se quemó en primera vuelta.

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